miércoles, julio 12, 2006

Yo estuve alli



Ayer nos acercamos hasta Donostia para ver a Dylan en ese macroevento que suponía el Concierto por la paz. Yo ando muy escaso de historia Dylaniana así que me hice acompañar por David, un escocés militante del artista yanki que es capaz de distinguir los clásicos de su carrera por mucho que se empeñe el amigo Bob en modificarlos para desconcertar a todos sus fans. Así que del concierto en sí no puedo hablar mucho. Según nos acercabamos al escenario escuchamos las canciones de Mikel Laboa. Toco el "Txoria" y la playa enmudeció en un murmullo y terminó con "Gure bazterrak" un concierto breve. No se le puede pedir más. Para detalles del concierto de Bob Dylan mejor consultar
http://www.loveof74.com/weblog/2006/07/12/dia-1-dd-despues-de-dylan/#more-509

Yo sólo puedo decir que me gustó la última canción. Una suerte de versión de una canción que Jimi Hendrix versioneaba de Bob Dylan. También me hizo gracia como el cabrón se molestaba en cambiar con giros de voz su tema más coreado, "Like a rolling stone", haciendo imposible el tan buscado por el público canto a una voz.

De lo que sí puedo hablar es de los detalles de la tarde. Me encontré con mucha gente de esa que sólo ves en este tipo de citas. Donostia era una especie de mezcla de resaca sanferminera mezclada con guiris y algún que otro entusiasta de la paz pero la mayoría fueron a ver a Dylan por el mismo motivo que nosotros. Hay que estar, que no te lo cuenten luego. Asi que nos peleamos por pasar entre la gente que llevaba sentada a saber cuanto tiempo para llegar casi hasta el escenario. Error, porque se escuchó como un churro y sólo intuimos en algún momento el sombrero vaquero del protagonista de la noche. Nos llamó la atención el control para acceder a la parte delantera pero luego dedujimos que era impuesto por Heineken para vigilar que no introdujesemos ninguna cerveza que no fuese la suya. Fracasaron porque 4 latas de SanMiguel, una de ellas ya vacía, sortearon la muga entre los botelloneros y los que se iban pasar la mitad del concierto en la barra intentando pedir un bocadillo recalentado de Knorr (la primera vez que veo bocatas de marca).

Pero, sin duda, el detalle por el que recordaré este día está fuera del horario del concierto. De vuelta de nuestra visita al peine de los vientos, lugar obligado para un turista como David, cuando los autobuses ya no paraban de vuelta al Kursaal porque la gente iba colgada de las ventanillas y decidimos volver andando, se cruzó frente a nosotros, en sentido contrario a la multitud, una señora a la que le está creciendo la cabeza tan rápido como adelgaza su figura. Aislada con unos cascos pasó la San Gil y yo no pude más que sonreir por haberme puesto a huevo el destino una representación gráfica tan clara de la política vasca.