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Para completar nuestro hat-trick semanal ayer acudimos a la última cita con el wintercase este año.
Llegamos con The Decemberist ya tocando. Se agradece y a la vez parece que hemos perdido algo con esta obsesión por la puntualidad. Sienta mucho mejor, como el otro día en The kills, llegar una hora tarde y preguntar en taquilla "¿ha empezado ya?" "no, ahora mismo" Te ahorras las innecesarias cañas previas y entras a la sala como si te estuvieran esperando para empezar.
Este régimen de horarios estrictos del wintercase nos hizo perdernos, al menos, la mitad del primer set pero tuvimos suficiente para darnos cuenta que "Picaresque" es uno de los mejores trabajos de pop-folk del año y que The Decemberist son lo más parecido a una cuadrilla de Orozko sobre el escenario. Paula dixi.
La gran sorpresa fue Dirty Three. Dudaba mucho que se pudiese trasladar al directo de una manera intensa las cimas que alcanza ese violín en disco pero el caos controlado de estos extraordinarios músicos acentua la extraña belleza de sus canciones. Protagonista absoluto el violinista loco, retorciendose de espaldas al público con actitud de Klaus Kinski en sus speechs pero no había que perderse tampoco el arsenal de baquetas que recogía el batería al final del concierto. Era la muestra del detallado trabajo que había realizado en lo que por momentos no parecía más que un golpeo anárquico. El contrapunto, el guitarrista: ni dos pasos en todo el concierto.
Finalizaban Mercury Rev. Comenzaban bien con la mejor de sus canciones "Empire State" del olvidado trabajo "See you on the other side" pero las nuevas canciones les hacían perder fuelle y las de "Deserters Song" sonaban menos melancólicas sin la brujería de Fridman. Capitulo aparte merecen los visuales proyectados detrás de ellos en pantalla gigante, recien robados de una reunión de Nueva Akropolis que ni como broma tenían puta gracia, mucho menos con esos mensajes del tipo "El amor es la fuerza más grande". No esperamos a los bises ya que Paula empezaba a doblar las rodillas.
Y así completamos este hat-trick. Prometo explicar en próximos post como sobrevivir a esta avalancha de conciertos sin caer en la más grande de las miserias (económica, claro).