viernes, octubre 27, 2006

Zaindu maite duzun hori


Esta tarde he vivido en primera persona el comienzo de la trilogía con la que se dió a conocer Auster. Alguien llama a tu casa y no eres tú a quien busca pero da igual. Me han llamado de la nueva compañia de telecomunicaciones Orange y después de aclarar a la señorita que yo no era la mujer que buscaba (por dios, ¿no has escuchado mi varonil voz?) no ha importado y ella ha aprovechado para presentarme el producto. Me hace las preguntas de rigor:
¿Soy el cabeza de familia? El cabeza, la cola y las extremidades. Vamos yo sólo hago toda una familia.
¿Con que compañia estoy? Con Ya.com pero acabo de cortar y les he enviado la carta de despido.
Hasta aquí todo normal. Pero de repente un giro inocente en la conversación hace que aparezca en mi interlocutora un acento gallego más marcado. Acento gallego de El Ferrol, no de Buenos Aires que es ahora desde donde llaman la mayoría de teleoperadoras.
Se disculpa por no haberme preguntado mi nombre (claro ella buscaba a una señora de 50 que estuviese acabando de fregar y se ha encontrado con un vago tumbado en el sofa después de comer) y me suelta un "Perdona, creo que he sido un tanto irrespetuosa, ¿me puedes decir como dirigirme a ti?" Ahí ya me ha asomado una sonrisa que tras los 20 minutos posteriores de conversación se ha convertido en un gesto de felicidad de oreja a la misma oreja dando la vuelta por detrás de la cabeza.
¿Alguien se pregunta de que se puede hablar con una teleoperadora (ahora ya me sabe mal denominarla así) durante tanto tiempo? Del tiempo, por supuesto, de los incendios del verano, las inundaciones del invierno, la especulación en la costa, los madrileños invasores, las setas comestibles, venenosas y alucinógenas, de las mareas vivas, de una especie de gaviota pequeña en peligro de extinción que se llama Chiadora, de la casa de veraneo en Carnota, de la Costa da Morte y de las horas que quedan de trabajo para empezar el fin de semana.
No se si se trata de una nueva estrategia de marketing. Desde luego conmigo ha funcionado y toda la tarde (ahora, después de consultar la red, ya no tanto) he estado convencido de contratar todo lo que me ofreciesen desde Orange. Como sospecho que todavía los directores ejecutivos no han tenido en consideración la vía humana para hacerse con nuevos clientes le he preguntado a la amable galleguiña si no le iban a llamar la atención por pasarse tanto tiempo colgada con un cliente. Ella ha reconocido que sí pero que estaba tan aburrida y todavía le quedaban 5 horas para salir (ahora mismo lo estará haciendo) que se iba a arriesgar.
Esta llamada me ha devuelto parte de la confianza perdida en el género humano. Ánimo, Est..., no te marches de Carnota.