lunes, noviembre 20, 2006

Choucroute en El Corte Ingles


A mi, que he empezado a ser consumidor activo recientemente, todavía me hace cierta ilusión andar por los pasillos del supermercado en busca de algo que te sorprenda y no tengas más remedio que comprarlo. A parte de la vergüenza que da reconocer que uno disfruta comprando teniendo antecedentes sindicales en la familia, ya estoy empezando a consumir más racionalmente y no me hacen falta listas para saltar de un estante a otro sin detenerme en zarandajas. Esto es fácil de hacer en los supermercados de nivel medio (carrefour, eroski) o bajo (dia, lidl) pero visitar el de El Corte Inglés sigue produciendo esa excitación de tener todo lo que uno pueda desear, alimentariamente estamos hablando, al alcance de la mano o más bien de la visa (jamás he robado en un supermercado). Esta exaltación del capitalismo, sin embargo, tiene su contradicción. Es en este establecimiento en el único en el que se puede encontrar todo un estante con comida ecológica. Por no hablar de las hamburguesas de tofu y algas que serán un hallazgo hasta en tiendas especializadas. Todo ello me lleva a pensar que los principales alimentadores de esta sociedad de consumo descerebrada son precisamente los “curritos” que no tienen más remedio que comprar en base a las ofertas de los cupones de descuento del DIA y que los únicos que pueden hacer posible un cambio en nuestros habitos son las personas de mayor poder adquisitvo. Vamos, que la revolución también es de los ricos.
El desencadenante de este discurso político que me ha salido es una lata de “choucroute” que se me ha encaprichado y que, por supuesto, en mi ciudad sólo se puede encontrar en los supermercados de El Corte Inglés. Para los que lo desconozcan el “choucroute” es un alimento alemán a base de col fermentada con vino que acompaña salchichas y demás carnes del pais. Debe ser allí algo así como la tortilla de patata, se come tan a menudo que nadie lo considera un manjar pero para mi esta noche va a suponer una cena exótica.